Las andanzas de los bandoleros norteamericanos en la patagonia Argentina llegaron hasta Aldea Las Pampas, donde fue su fin.
Lucio Ramos Otero era un estanciero de la provincia de BS.AS, que estaba viviendo en su estancia de Corcovado.
El 29 de marzo de 1911, Lucio Ramos Otero, acompañado por su peón José Quintanilla viaja a Tecka y el 31 vuelve a su estancia, dentro de su propiedad cerca del Cañadón el Tiro, aparece un hombre que toma las rienda del caballo que llevaba el carro de Lucio Ramos Otero y lo apunta con una escopeta, aparecen dos hombres más que también lo apuntan y Wilson toma las riendas del carrito y junto con Evans y Gibbon se lo llevan causan por el lago winter, por el campo de don Claudio Solís y cerca del campo de mi abuelo (Miguel Iribarne) y llegan hasta la margen del Río Pico, cruzan el Río Pampa y llegan hasta el limite con Chile, cruzan una bajada muy empinada hacen entrar a Otero y Quintanilla a un calabozo echo con palos.
Hacen escribir a Lucio Ramos Otero una carta pidiéndole a su madre un rescate de ciento veintitrés mil libras.
El 26 de abril aprovechando la ausencia de sus raptores consigue un poco de los restos del fogón con una caña que tenía una alpillera en la punta y se prende fuego y quema una de las sogas del calabozo, de repente llega Evans y los cautivos esperan hasta la noche para escapar. A la madrugada escapan y guiándose por la punta nevada del cerro Botella Oeste.
A la mañana llegan asta el puesto de Juan Solís el cual le presta unos caballos para ir asta donde Miguel Iribarne. Solis e iribarne los llevaron hasta donde Diego Cadagán que era limitante con Otero. De hay fue a su estancia y llamo a la policía fronteriza del Chubut que fueron inmediatamente hasta el lugar donde se encontraban y los tomaron por sorpresa y hubo un tiroteo donde los mataron de allí fueron trasladados a Río Pico donde hoy descansan sus restos. Ese fue el pasaje de estos famosos bandoleros por nuestra Aldea Las Pampas.
POR MARIA JOSÉ GAGO
Lucio Ramos Otero era un estanciero de la provincia de BS.AS, que estaba viviendo en su estancia de Corcovado.
El 29 de marzo de 1911, Lucio Ramos Otero, acompañado por su peón José Quintanilla viaja a Tecka y el 31 vuelve a su estancia, dentro de su propiedad cerca del Cañadón el Tiro, aparece un hombre que toma las rienda del caballo que llevaba el carro de Lucio Ramos Otero y lo apunta con una escopeta, aparecen dos hombres más que también lo apuntan y Wilson toma las riendas del carrito y junto con Evans y Gibbon se lo llevan causan por el lago winter, por el campo de don Claudio Solís y cerca del campo de mi abuelo (Miguel Iribarne) y llegan hasta la margen del Río Pico, cruzan el Río Pampa y llegan hasta el limite con Chile, cruzan una bajada muy empinada hacen entrar a Otero y Quintanilla a un calabozo echo con palos.
Hacen escribir a Lucio Ramos Otero una carta pidiéndole a su madre un rescate de ciento veintitrés mil libras.
El 26 de abril aprovechando la ausencia de sus raptores consigue un poco de los restos del fogón con una caña que tenía una alpillera en la punta y se prende fuego y quema una de las sogas del calabozo, de repente llega Evans y los cautivos esperan hasta la noche para escapar. A la madrugada escapan y guiándose por la punta nevada del cerro Botella Oeste.
A la mañana llegan asta el puesto de Juan Solís el cual le presta unos caballos para ir asta donde Miguel Iribarne. Solis e iribarne los llevaron hasta donde Diego Cadagán que era limitante con Otero. De hay fue a su estancia y llamo a la policía fronteriza del Chubut que fueron inmediatamente hasta el lugar donde se encontraban y los tomaron por sorpresa y hubo un tiroteo donde los mataron de allí fueron trasladados a Río Pico donde hoy descansan sus restos. Ese fue el pasaje de estos famosos bandoleros por nuestra Aldea Las Pampas.
POR MARIA JOSÉ GAGO
1 comentario:
Miu buen articulo chicos. Me gustaria regalarles un libro que escribir sobre los Bandoleros, para la Biblioteca de la Escuela. Si me envian los datos de a quien debe estar dirigido por email a gavirati@puertomadryn.com se los envio. Cordiales saludos,
Marcelo Gavirati
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